El "Derecho Digital" es Bullshit: Este es el por qué
El término "derecho digital" ha sido exageradamente glorificado, pero ¿realmente es tan innovador como parece? Descubre por qué esta noción es demasiado vaga para abordar los complejos desafíos legales en áreas como la privacidad, la ciberseguridad y la gobernanza de la IA en un mundo post-digital.
Pablo Arteaga
9/28/20245 min read


En los últimos años, el "derecho digital" se ha convertido en una palabra de moda, presentada como la próxima gran innovación en el ámbito legal. Pero detengámonos un momento: ¿qué significa realmente "derecho digital"? ¿Es tan revolucionario como parece, o es solo otro término ambiguo que diluye la complejidad de campos especializados como la privacidad, la ciberseguridad y la gobernanza de la IA? Aquí te explico por qué la noción de "derecho digital" puede ser una basura, y por qué deberíamos reconsiderar cómo hablamos del derecho en la era de la tecnología.
1. La Tecnología como un Término Genérico Excesivamente Utilizado
Uno de los principales problemas con el "derecho digital" es su dependencia del término "tecnología", que se ha vuelto tan amplio que ha perdido su verdadero significado. Como señaló un participante en una discusión reciente, "hoy en día no hay nada que no sea tecnología". Desde la inteligencia artificial hasta las plataformas de comercio electrónico, casi toda actividad humana está ahora mediada por algún tipo de tecnología. Entonces, decir que un abogado se especializa en "derecho digital" es como decir que se especializa en, bueno, en el mundo en general.
El uso de la tecnología como un término genérico diluye la precisión necesaria para definir las responsabilidades y desafíos en áreas como la privacidad, la ciberseguridad y la gobernanza de datos. No es que estos campos no se crucen con la tecnología—definitivamente lo hacen—pero agruparlos todos bajo el vago concepto de "derecho digital" solo confunde sus desafíos únicos.
2. Falta de Diferenciación entre Especializaciones
El panorama legal no es un bloque homogéneo de "derecho tecnológico". El derecho de la privacidad se ocupa del uso ético y regulatorio de los datos personales, el derecho de la ciberseguridad se enfoca en la protección de infraestructuras, y la gobernanza de la IA se preocupa por la transparencia y la toma de decisiones éticas en modelos de aprendizaje automático. Cada una de estas disciplinas tiene sus propios desafíos, principios y marcos regulatorios. Tratar todas como parte del "derecho digital" corre el riesgo de desdibujar las líneas entre estas especializaciones críticas.
Tomemos el ejemplo del GDPR. Esta regulación se enfoca específicamente en la privacidad, no en cómo deben gobernarse los sistemas de IA o en cómo se deben gestionar las brechas de ciberseguridad. Al agrupar todas estas áreas bajo el concepto de "derecho digital", corremos el riesgo de minimizar la experiencia requerida en cada uno de estos dominios. ¿El resultado? Una generación de abogados que afirman ser expertos en "derecho digital" pero carecen de la profundidad de conocimiento para abordar problemas específicos.
3. Ambigüedad en los Roles Profesionales
Una de las peores consecuencias de esta terminología demasiado amplia es la confusión que crea en los roles profesionales. Cuando hablamos de "derecho digital", no definimos claramente qué tipo de experiencia se necesita para problemas legales específicos. Por ejemplo, los equipos que trabajan en la gestión de datos pueden agrupar todos los problemas relacionados con datos bajo "derecho de la privacidad", cuando en realidad el tema podría requerir conocimientos en gobernanza de IA o ciberseguridad.
Esta ambigüedad puede llevar a desajustes en los roles dentro de las organizaciones, donde los profesionales son llamados a resolver problemas fuera de su especialidad simplemente porque caen bajo el paraguas del "derecho digital". Al final, esto no solo perjudica a los abogados individuales, sino que también compromete la calidad de los servicios legales que se ofrecen.
4. La Necesidad de Precisión en las Especializaciones
En lugar de adoptar una terminología vaga, es momento de ser específicos. En lugar de "derecho digital", las organizaciones y los profesionales deberían adoptar términos que reflejen las habilidades exactas y el conocimiento requerido en sus áreas de práctica.
Derecho de la Privacidad: Más allá de ser solo un asunto tecnológico, el derecho de la privacidad involucra complejas preguntas legales, éticas y regulatorias sobre el uso de datos. Con leyes como el GDPR y la CCPA en California, la privacidad es un campo especializado que requiere un conocimiento detallado de regulaciones regionales e internacionales.
Derecho de la Ciberseguridad: Este campo trata sobre la gestión de riesgos, la protección de infraestructuras críticas y la respuesta a incidentes. Incluirlo en el "derecho digital" minimiza su importancia y socava las estrategias especializadas necesarias para proteger sistemas y datos sensibles.
Gobernanza de la IA: Gobernar los sistemas de IA no se trata solo de regular la tecnología. Requiere una comprensión matizada de los impactos éticos, legales y sociales de los algoritmos. Simplificar este campo llamándolo "derecho digital" trivializa las profundas implicaciones que la gobernanza de la IA tiene sobre la privacidad, la equidad y la transparencia.
5. Fragmentación de las Disciplinas
Usar el término "derecho digital" como un concepto general también lleva a una comprensión fragmentada de disciplinas clave. Tomemos la privacidad y la ciberseguridad, por ejemplo. Aunque están interconectadas, no son lo mismo. El derecho de la privacidad se centra en los derechos individuales sobre los datos, mientras que la ciberseguridad se ocupa de proteger sistemas contra ataques. Agrupar ambas bajo "derecho digital" puede llevar a estrategias mal dirigidas, donde un enfoque se aplica incorrectamente a los desafíos del otro.
La gobernanza de la IA también presenta su propio conjunto de problemas. Los riesgos de la IA, como el sesgo algorítmico, la falta de transparencia y las preocupaciones éticas, no son problemas tradicionales de ciberseguridad o privacidad. Requieren marcos de gobernanza claros y separados. Agruparlos bajo el término "derecho digital" puede oscurecer la necesidad de estrategias dirigidas.
6. El Desafío Regulatorio
En contextos regulatorios, esta falta de precisión tiene consecuencias significativas. Leyes como el GDPR están diseñadas para abordar riesgos específicos, como la privacidad de los datos. Pero cuando discutimos el cumplimiento desde la perspectiva del "derecho digital", perdemos el matiz necesario para abordar estas regulaciones de manera efectiva. El problema es que "derecho digital" es demasiado general para captar la complejidad de regulaciones como la Ley de Servicios Digitales (DSA) o la Ley de Resiliencia Operacional Digital (DORA), que demandan conocimientos especializados para navegar correctamente.
Si seguimos utilizando "derecho digital" como un término genérico, corremos el riesgo de crear un entorno regulatorio en el que nadie es verdaderamente responsable. Las áreas legales específicas requieren conocimientos específicos, y la regulación de la tecnología exige una comprensión más profunda que este término generalista permite.
7. Conclusión: Necesitamos Definiciones Más Claras
El término "derecho digital" puede sonar innovador, pero en última instancia es demasiado vago para ser útil. Hace más daño que bien al confundir los límites entre especializaciones legales esenciales como la privacidad, la ciberseguridad y la gobernanza de la IA. Como profesionales, debemos rechazar este enfoque generalista y abogar por una mayor claridad y precisión en nuestro lenguaje y experiencia.
Además, la noción de "derecho digital" se vuelve aún más irrelevante cuando reconocemos que ya estamos viviendo en una era post-digital. Mientras muchos abogados todavía intentan "digitalizarse", el mundo ya ha avanzado hacia realidades post-digitales e incluso cuánticas. Tecnologías como la computación cuántica, el blockchain y la inteligencia artificial están transformando industrias mucho más allá del marco digital con el que los abogados están intentando ponerse al día. El verdadero desafío no está en volverse "digital", sino en comprender y navegar estos nuevos paradigmas, donde las reglas sobre privacidad, ciberseguridad y gobernanza de datos se reescribirán una vez más.
El futuro del derecho no radica en perseguir la transformación digital, sino en anticipar lo que viene después, ya sea la encriptación cuántica, la ética de la IA o los modelos de gobernanza descentralizada. Aferrarse al "derecho digital" no es solo un error; es no reconocer que el mundo ya ha avanzado.